100 Days of BAires [Semana 2]

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Lunes, 10 de Septiembre
Mi primer día de clases en Brother. EMOCIÓN.
Me desperté, me bañé, me comí mi cereal como Rebecca Black y arranqué. Caminé como cinco o seis cuadras hasta la estación de Subte de Tribunales para bajarme en Palermo y caminar como 10 cuadras más. Como llegué temprano (siempre procuro salir con más tiempo del necesario cuando voy por primera vez a un lugar) entré al Carrefour y me compré algo de tomar para esperar a que llegara la gente. Poco a poco fueron llegando y cuando éramos unos cuantos, tocamos el timbre. Subimos, esperamos y cuando llegaron casi todos y el profesor, empezamos la “clase”. Lo escribo entre comillas porque las primeras clases siempre son introductorias: nombre, de dónde sos, por qué Brother, etc.

Veo clases con siete colombianos, cuatro brasileros, tres argentinos, un español, un peruano y otra gente que no sé de dónde es (mi DDA no me deja prestarle atención a TODO lo que pasa en el salón, pues). En la mesa que me tocó estaban los tres brasileros hombres, sólo uno de ellos habla español y con acento medio argentino, entonces es rarísimo. Pero nos llevamos bien (eso creo).

Al salir de clases, me fui de regreso al apartamento a encontrarme con Andrea para hacer diligencias. Primero, salimos a sacarle copia a la llave del apartamento porque estábamos sobreviviendo con una sola; luego fuimos a hacer mercado para las dos porque ya no quedaba casi nada en la casa. Cuando llegamos al apartamento, la llave nueva no funcionaba, así que tuvimos que volver a salir para sacar una nueva (que sí funciona pero tiene sus mañas). Llegando al apartamento, entramos a la tienda de un tipo a quien ahora llamamos el Rafiki Peruano para preguntar por un RUTER.

No entiendo la falta de constancia de los argentinos en cuanto al inglés. El carajo me dice rúter y después me dice Fáibertel (Fibertel, la compañía de cable y teléfono).


 En fin, dejé abonado 100 pesos para comprar el rúter al día siguiente y subimos al apartamento a limpiarlo, ordenar el mercado, yo deshacer maletas (sí, a estas alturas), ver Showmatch y tomar cerveza.


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Martes, 11 de Septiembre
Como no tengo clases los martes, me desperté a las 2:30pm. No estoy acostumbrada a caminar tanto todos los días y, evidentemente, llego cansadísima. Andrea lo atribuye mas bien al hecho de que mis párpados seguramente son muy gruesos y no me llega la luz. Ok.

Me preparé dos panchos y salí a comprar el router en pijama, porque puedo. There was some staring, pero equis. Subí a cambiarme y fuimos a cambiar plata nuevamente al lugar místico y luego esperamos a Roxy en Zara. Obviamente entramos y mentamos mucha madre por ser pobres y no poder comprarnos toda la ropa de ahí.

Nos fuimos porque Andrea y Roxy tenían clases y camino a la casa de vaina no me pisa un autobús. Ellas siguieron hacia la universidad y yo me paré a comprar unas cosas en la farmacia y en un lugar de granos y semillas para comprar quinoa porque soy así de hipster (not).

Llegué al apartamento a pelear con el router. Por qué? Porque estos argentinos “del orto” son demasiado complicados y no le quieren ofrecer soluciones fáciles a sus clientes. Sí, ok, Fibertel es cable e internet, pero resulta que ellos cuando vienen a configurar el internet tienen que autorizar desde el módem las computadoras que se van a conectar y por eso en mi computadora no tenía internet. Ellos ofrecen un módem con router integrado pero con el tema de las importaciones no tenían disponibles y Andrea se tuvo que conformar con eso para tener internet. Después de un par de horas peleando con el módem, logré instalar el router y ahora tengo wifi en el apartamento. Andrea 1 – Fibertel 0.

Me bañé, vi el partido Paraguay – Venezuela y me acosté a dormir. Aunque antes de quedarme dormida, escuché a Andrea gritándole a una chiripa: “POR QUÉ ESTÁS EN MI CASA?”.


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Miércoles, 12 de Septiembre
Segunda clase de Brother. Amo al profesor de esta materia. Es hermoso y lo amo.
Luego de presentarse, presentarnos y hablar un poco, nos dijo que haríamos una actividad que inició con la siguiente frase: “Les voy a dar 15 segundos... mmm... no, menos. Les voy a dar ocho segundos para que..”

Después nos entregó una hoja con unas preguntas para que leamos las respuestas al final del curso, pero una de ellas era una adivinanza.

“Tiene cuatro patas y no camina. Tiene dos ojos y no puede ver. Tiene dos orejas y no puede oír. Y tiene tres plumas atrás”. Yo no sabía que era y puse una silla sordo-ciega (con dibujito incluido). Resulta que la respuesta era un caballo muerto con un plumero en el culo. Nice.

En una de esas el brasilero que habla español me pegó un taquito, yo me volteé y me cagué de la risa y el estaba cagado de la risa con la brasilera, pero al final de la clase se me acercó y me dijo que me tenía envidia porque yo era “la elegida” del profesor. Ellos dos se hicieron los encargados de contactar a todos por mail y no me ha llegado nada. En este momento estoy como una mezcla del meme de Fry y Paranoid Parrot.

Salí de clases, compré dos cebollas y dos tomates hidropónicos por cinco pesos y me fui a comprar la tarjeta del colectivo y hacerme almuerzo para comer mientras veía Pushing Daisies en mi computadora porque no estaban dando nada bueno en la tele y honestamente, borrando archivos de mi laptop me encontré con la serie y me provocó verla de nuevo.

Luego me puse a buscar apartamentos (porque Andrea y yo nos tenemos que mudar de éste a final de mes) y Bárbara me invitó a un local que se llama Bulnes & Lavalle porque las mujeres entramos gratis los miércoles y tomamos cerveza gratis hasta las 11pm. Así que Andrea y yo, que pensamos que siempre es un buen momento para tomar cerveza, decidimos ir. Nos perdimos un poquito por desorientarnos al salir del subte pero llegamos bien.

Nos encontramos con Bárbara y más tarde llegó Oriana. Bebimos lo más rápido que pudimos hasta las 11 y luego nos quedamos un rato más bailando cumbia (?), porque aquí adaptan cualquier canción a cumbia. De repente, prendieron las luces del “boliche” (como le dicen aquí a los locales nocturnos) y nos echaron a todos como si hubiera llegado la policía. Andrea y yo pedimos un taxi a la casa y llegamos ebrias a hacernos unos panchos a los que les pusimos hasta queso parmesano. Luego de eso, caí ebria boca abajo sobre la cama.


Frases célebres de la noche:
Yo: "Marica, soy demasiado enferma". - Andrea: "Que estás imitando a un furby?"
Andrea: “Quiero que mi vida sea una birra gratis”.


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Jueves, 13 de Septiembre
Nos despertamos a la 1pm y nos pusimos a buscar apartamentos en internet y a llamar a los números que salían. La primera que nos atendió dijo que casualmente estaba en el apartamento y que nos podíamos acercar. Nos vestimos, agarré un yogurt y fuimos a verlo. Muy bonito pero sólo tenía una cama de las que le sale la segunda de abajo y además la tipa nos quería cobrar en dólares o en pesos a la tasa más cara. Así que quedamos en llamarla y nos regresamos a seguir viendo apartamentos.

Hacía CALOR. Un pensamiento recurrente fue que si me da calor así a 23ºC no me quiero imaginar cuando llegue el verano.

Llegamos al apartamento, seguimos viendo anuncios y pautamos dos citas para otros más: una a las 6pm y otra a las 7pm. Mientras tanto, nos quedamos echando carro en el balcón viendo los pajaritos e inventándoles conversaciones (porque había dos que estaban bulleando a otro más pequeño), y a eso de las 5:30 salimos para ver uno de los apartamentos.

Nos encontramos con la dueña, una viejita muy simpática, y entramos al edificio. Apenas lo vimos sabíamos que nos quedaríamos con él y salimos muy felices a tomarnos una cerveza para celebrar (y hacer tiempo) en un lugarcito que se llama Tal Cual. Algo que no entiendo de este país es que las servilletas son una mierda. UNA MIERDA. No sé si recuerdan las servilleticas de McDonald’s que venían envolviendo la barquilla del helado, que es así medio transparente, encerado, qué se yo; la cosa es que no limpian un coño.

Ya a diez para las siete nos fuimos al otro apartamento, que también estaba muy bonito pero no le ganaba nunca al otro. El otro tiene una terrazota y además de eso tiene lavandero. No se dejen llevar porque un apartamento tenga balcón en Buenos Aires porque es lo más común, pero si vieran el tamaño de la terraza, omaigá.

Con nuestra decisión tomada caminamos hacia la Avenida Santa Fe para agarrar el colectivo. Había una cola “re” larga y la gente se empezaba a ir. En eso, una caraja se voltea y dice: “Vámonos que no vienen los colectivos por la manifestación”. Acto seguido empezamos a escuchar a lo lejos un sonido familiar: cacerolazo masivo en contra de Cristina Kirchner. W-T-F.






Qué raro se sintió. Fue muy confuso estar ahí, parada, en pleno Buenos Aires, viendo gente pasar con ollas, pancartas y pitos tal y como si estuviera en Caracas. Luego de tomar un par de fotos y mandar notas de voz a nuestra familia, Andrea y yo empezamos a caminar con la gente: estábamos marchando contra Cristina Kirchner.

Luego de un rato nos acercamos a grupos de viejitos para enseñarles consignas tipo “NI UN PASO ATRÁS!”, gente nos preguntaba sobre la situación en Venezuela, estaban también las señoras equivalentes a las doñas del Cafetal y le hice el Tina Fey a un reportero y un civil.


No acompañamos a todos hasta la Casa Rosada sino que nos quedamos en el camino para comprar unas empanadas e irnos al apartamento, en donde al decirle a Andrea que eso de la marcha había sido una vaina loca, ella empezó a decir “chin-chin chin-chin chinchin chin-chin chin-chin”. Tardé en darme cuenta de que eso era el pianito de Una Vaina Loca.


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Viernes, 14 de Septiembre
Me quedé dormida así que salí corriendo, afortunadamente llegué a tiempo. Mi profesor de esta materia es un crack. Es el creador de la idea para El Teletransporter, es genial. Todavía el salón está medio apático; nadie habla con nadie y hay una peruana que siempre llega tarde. Pero tarde. Tipo hora y media o dos.

Terminé clases y me fui caminando hasta el nuevo apartamento para pagar la reserva. Qué calor, coño. La primavera aparentemente no vino y saltamos directo al verano. En serio, calor de arepas.
Pagamos la reserva, hablamos un rato con la viejita y nos fuimos a comer unos choripanes que ahora que lo escribo, quiero otra vez. Choripán con chimichurri *baba*.

Después caminamos y caminamos, repetimos el episodio de entrar a Zara y desear ser millonarias. Luego nos encontramos a Laura y nos fuimos a Starbucks hasta que oscureció un poco.

Andrea tenía un cumpleaños al que me había dicho para ir, pero yo llegué y me achanté. Todavía no me acostumbro a caminar tanto, así que me quedé leyendo, viendo tele, poniéndome un bigote, etc.



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Sábado, 15 de Septiembre
Nos levantamos y fuimos a cambiar plata porque yo quería comprarme varias cosas con el dinero de mi cumpleaños. El plan era buscar a Laura e irnos de shopping. En el camino, hablando con Andrea, llegamos a la conclusión de que Santa Claus sin su chaqueta es una pokebola humana. Hablamos demasiadas pendejadas.


Buscamos a Laura y empezamos a caminar por la Santa Fe. Generalmente, no me gusta ir de compras porque nunca encuentro nada que me guste, y cuando lo encuentro no me queda bien, entonces requiere de un gran trabajo de investigación. Pero como ya me había caminado varias veces esa avenida, había visto muchas cosas que me gustaban y también muchas que no. La moda que viene para la primavera y el verano son colores pasteles como menta, salmón y amarillo O colores de neón todos setentosos que lo usan para TODO: franelas, carteras, pantalones, plataformas; sí, plataformas. They’re back, y las niñas no saben caminar con ellas.

En fin, compramos, comimos McDonald’s y nos fuimos a dejar las cosas en el apartamento para ir a Moranda a tomar traguitos.

Por supuesto, uno sale casi desnudo por el calor pero cae la noche y pega la brisa de Chávez a 13ºC. Pero Chávez debe estar particularmente maldito estos días, porque esa brisa no tenía perdón de Google.

Esta vez vimos dos barcos/autobuses y uno de ellos se llamaba Titanic y tenía un Spiderman pintado. Prometo tomarle foto algún día.


12

Domingo, 16 de Septiembre
Nos despertamos a las 9am con todo el esfuerzo del mundo porque Shastin nos había invitado a un asado en casa de su tío. El infante llegó a las 12 del día a nuestro apartamento y le mentamos un poco la madre (sobre todo Laura que no había desayunado).

Cuando llevamos un rato caminando, nos enteramos de que hay que tomar tres colectivos para llegar a casa de su tío en un pueblo en las afueras de Buenos Aires que ni sé cómo se llama; y no sólo eso, sino que también era el cumpleaños del tío y nosotras íbamos a llegar enchufadísimas.


Bueno, ya que coño. Embrace it. Llegamos a casa del tío a pasar pena. Nunca había repartido tanto beso. Aquí es de mala educación no dar beso en el cachete cuando saludas a alguien, incluso si no lo conoces. Así que imagínennos a nosotras tres saludando a una familia entera.

Nos sentamos en una mesa y empezamos a hablar mariqueras, as usual. Se ubicaron un poco primos con nosotros y la comida empezó a llegar. Chorizo, morcilla, molleja, vacío, asado de tiras y empanaditas de carne sin aceitunas. Remarco lo de “sin aceitunas” porque aparentemente aquí las aceitunas son gratis, se las colocan a toda vaina: empanadas con aceitunas, pizza con aceitunas, aceitunas con aceitunas; ni siquiera picadas sino enteras, la bolondrona, pues. A mí simplemente no me gustaban las aceitunas, ahora las odio. Pero apartando eso y los mosquitos que parecen son unas libélulas, todo estaba muy rico y la pasamos muy bien. La familia es muy simpática a excepción de uno que otro pesado que decía que Venezuela y Colombia estaban en Centroamérica, o que le decía a Shastin que nos tocara algo de Led Zeppelin para que viera como caíamos a sus pies.

Los hombres aquí son así. Pero todos, no sólo los obreros como en Caracas, todos. Desde el que dice “cambio dólares” en la esquina que de repente te empieza a decir “cambio número de teléfono”, hasta los viejitos que van caminando por la calle que simplemente dejan de caminar para verte boletamente.

Aaaaanyways, me estoy desviando. Después de hablar de política con la familia de Shastin y advertirles sobre lo que les viene, agarramos los respectivos tres colectivos de regreso, pero esta vez con destino a San Telmo porque tocaba José González. Como Murphy me ama, no quedaban entradas. Era difícil comprarlas siendo extranjero. Para comprarlas por internet debías tener DNI y la taquilla física abría en unos horarios muy malditos, así que me quedé sin ver a José González.

"Estamos en la Casa Rosada, Capital Federal, Buenos Aires, YA!"


Shastin se fue al restaurante en donde toca guitarra y nosotras nos fuimos a la casa, para darme cuenta de que luego de dos días con Laura estoy empezando a hablar colombiano.

Así estaba el cielo a las 10pm.


Leer la Semana 3.

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